El niño subió corriendo las escaleras de casa, venía sin resuello pero con una sonrisa de oreja a oreja:
– Papá, papá… no te lo vas a creer, he visto a la vecina rubia del quinto, esa que siempre dices que es una mujer sana, subida en una moto y disfrazada de Campanilla.
– ¿El hada?
– Segurísimo, porque yendo en moto con el tiempo que hace y según se le marcaban los pezones tenía que ir jodidita de frío.
Buena semana amigos, que la fuerza os acompañe.
