Entrada originalmente publicada en mi facebook en diciembre de 2013, Belén Esteban vendía su libro como churros, los políticos dicen que la crisis ya pasó y las preferentes de Bankia eran un producto sin trampa ni cartón… ¡pobrecitos los banqueros! si todo lo hacen por nuestro bien, nunca buscan el beneficio personal ni nada… en fin Serafín…
Hola amigos, ¡qué jodida es la crisis!… bueno, que dicen Montoro y compañía que no, que ya salimos, que se ve la luz al final del túnel… que no escriba más… ¡¡y una polla!!, el otro día se lo contaba a mi amiga la Niña de la Curva y me dijo:
– “Alfonsas, entre brotes verdes y luces al final del túnel me maté yo”.
La verdad es que igual tienen razón, debemos de estar saliendo del túnel, y no lo digo por los datos del paro, del PIB y demás mandangas… todos los datos son interpretables, pero hay datos objetivos, reveladores, indiscutibles:
– “En un país donde la gente tiene para comprar un libro de Belén Esteban es que sobra el dinero, ¡se acabó la miseria!”
Claro que igual no tienen un puto duro y algún banco lo está financiando… lo bancos, los bancos… menuda panda de cabrones… Un día leí lo equivocados que estamos cuando antes de sacar dinero de un cajero miramos con precaución a nuestra espalda cuando resulta que los ladrones están delante… al lío.
El martes llego a casa, abro el correo y me encuentro una carta firmada por el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolz… Gorigilza… Godzillaza… ¡cómo sea, copón!, este tío no tendrá segundo apellido, ¿para qué?… me pongo a leerla, que si gracias por su confianza, que si los esfuerzos y los sacrificios que están haciendo (me descojono), que si todo es por el bien de la sociedad española (y de su puta madre, esto no lo dice pero lo he leído entre líneas), que si toda sugerencia o consulta nos la resuelve él personalmente… y me da su email (joseignaciogoirigolzgorigilzagodzillazacomoseacopon@bankia.com).
Pues yo le mando un mail, y le pongo la cosas en su sitio: que si son unos sinvergüenzas, que si no hay derecho que se vayan de rositas después de la que han liado, que si me gustaría tenerle delante para decirle cuatro cositas… y bla, bla, bla…
Al día siguiente me llama personalmente la secretaria de Don José Ignacio, que ha leído mi correo, que si podría acudir a sus oficinas en el Paseo de la Castellana 189, en Madrid, que su jefe está superinteresado en explicarme una cosa.
¿Ya os lo imagináis no?, ¡con dos cojones!, me cojo el AVE allí me planto el jueves, me presento, todo sonrisas, me recibe uno de los ayudantes de Don José Ignacio:
– ¡¡Hombre, Don Alfonsas Satanopoulas!! le estábamos esperando, Don José Ignacio le espera ansioso.
– Una cosa… ¿tiene mote su jefe?
– ¡Válgame Dios, qué cosas!, ¿cómo vamos a poner mote al presidente?
– Lo imaginaba, un tío sin mote no es de fiar… y tiene que estar rodeado de gañanes porque con ese apellido en mi entorno le llamaríamos de todo menos Goirigolz… Gorigilza… Godzillaza… ¡cómo sea, copón!… ¡qué pena de entidad!
Por fin pasamos al despacho, al fondo, en la lejanía se adivina a D. José Ignacio… a los cinco minutos llego a su mesas…
– Hombre el Sr. Satanopoulas, tenía ganas de conocerlo – mano floja, de esas que es como si te dan un pescado.
– …
– Bueno, he leído su e-mail, quizá quiere usted añadir algo…
– Mire caballero, yo tengo un par de cosas que decirle… en primer lugar cuando me da las gracias por mi confianza… de confianza nada, yo no me fio de ningún banco… mire yo en los parques ya me siento en el suelo y cuando me compro unos playeros me los llevo puestos para evitar tener nada que ver con las cajas.
– Ya – me contesta, muy serio con un gesto de dolor, y como encogiéndose en su silla.
– Además – le digo, crecido por su cara de sincero dolor – yo estoy en su banco casi obligado, que heredé unas preferentes de su putísima entidad.
– Entiendo – otra vez esa cara, ese gesto..
– Y qué, ¿cuando me van a solucionar lo de las preferentes? por que a mi tía la engañaron, sus predecesores y sus secuaces, y lo siguen haciendo usted y sus secuaces conmigo – ahí, duro, apretando…
– Bueno… – y ese gesto de dolor infinito, ese hombre se encogía por momentos y yo me crecía. .. estaba dándole donde más le dolía, se notaba.
– ¿Y qué?, pedazo de cabrón, ¿cuando nos vais a devolver el dinero que tangasteis?… y luego está el tema del crédito a las Pymes… y los desahucios…- un grito desgarrador, ahí le había dado en la fibra sensible, el tío casi se cae debajo de la mesa, trascurren unos segundos, el tiempo se ralentiza, él va volviendo a su posición, su gesto se va recomponiendo, carraspea dos, tres, cuatro veces, toma un sorbo de agua, me mira fijamente a los ojos, le resbalan unos lagrimomes como puños de bebé obeso, y me dice:
– Mire, quería verle en persona para decirle que todo eso que dice está muy bien, pero voy a darle una lección que no quiero que olvide en su vida.
– A ver, cabronazo, ¿qué lección es esa? – clavando mi mirada en su pupila azul.
– A mí todo lo que me está contando me tira de la polla…
– …
– … muchísimo.
Buen fin de semana y que la fuerza os acompañe.
Photo credit: Great Beyond