Hola amigos, ¡qué jodida es la crisis!… es tan jodida que no nos podemos parar a pensar en las cosas importantes de la vida… por ejemplo, ¿por qué a veces nos despertamos en plena noche con ganas de mear, nos da pereza, «con lo calentito que estoy en la cama”, no nos levantamos porque queremos dormir y nos tiramos cuatro horas despiertos que ni meamos, ni dormimos, ni su puta madre?
A mí a veces esa situación me mola, esta semana no podía escribir, no encontraba inspiración, pero me desperté con ganas de mear, estaba acurrucadito a la Sra. Satanopoulas y me dije “con lo calentito que estoy… ¡qué pereza!… paso de levantarme”… al lío.
Ideas y más ideas, chorradas y más chorradas empezaron a fluir… ahora tengo material para escribir… sobre Ismael Serrano, Rafa el de la Unión, una provincia de Bélgica con un nombre maravilloso, sobre viejos que juegan la partida, sobre el nuevo reloj de Apple, sobre los Casio de plástico negro, camareros que te traen la cuenta, sobre la memoria, gente que vende Thermomix, sobre viajes a Marte, sobre un viaje que tengo previsto en septiembre, sobre ratones de laboratorio…
¿Por qué siempre que descubren una hormona, un fármaco, un retroviral, un suero, un gen, una polla en vinagre, una técnica pionera y revolucionaria con cuya aplicación las más crueles enfermedades, las más incapacitantes dolencias pasarán a ser como simples constipados e incluso en los descubrimientos más peregrinos, añaden la coletilla “ha sido probado con éxito en ratones de laboratorio”?
¡Qué cojonazos tienen los ratones de laboratorio! Los ratones de laboratorio lo aguantan todo y más, son duros los cabrones, son los Chuck Norris de la experimentación, he leído que a una ratona de laboratorio española y morena la han inoculado un virus y han conseguido que no se tiña de rubio en su puta vida… ¡ni mechas! A un ratón de laboratorio, investigando sobre la paciencia y la pena, le hicieron escucharse la discografía de Alex Ubago, el cabrón acabó la discografía, aprendió a hablar para decir “y ahora me ponéis la de Rosana si tenéis huevos”… A uno le dieron de comer sólo recortes de un manual de la Thermomix y se hizo cocinero, montó una cadena de restaurantes, consiguió 7 estrellas Michelín entre varios de ellos… al final descubrieron que no tenía ni puta idea, pero un cocinero enano se metía dentro de su gorro de cocinero y le iba dirigiendo, que suena raro, pero Ratatouille era así y bien os lo creísteis… ¿vosotros no? Yo sí… Si es que estas pequeñas criaturas lo aguantan todo, a un ratón de laboratorio le han inoculado un suero que estimula la producción de una hormona que provoca que cada vez que se duerme le entren ganas de mear, pues el animalillo se levanta cada vez, mea, se bebe un vaso de agua, da un beso a su ratona de laboratorio, ella le pregunta si se ha lavado las manos, el va, se las lava y se vuelve a acostar, sin rechistar…
Tienen un aguante de la hostia los ratones de laboratorio, no me digáis, con lo jodidos y puteados que están… otros en su lugar se habrían rebelado y liado a hostias con todo, habría estallado una especie de quinceeme ratonil, acampadas en las plazas de los laboratorios, indignación roedora, un ratón de laboratorio con barba y coleta, con camisa blanca y vaqueros del Alcampo, con una cobaya de otro experimento por novia, los investigadores le tacharían de ratochavismo, roedorcoreadelnortismo, ratonilbolivarianismo, ratopopulismo… ¡aaaaaaaaalto! esta idea se me iba de las manos… al final me levante a mear.
Y después vuelvo a la cama tan a gustito, antes de dormirme me acurruco a la Sra. Satanopoulas:
– Mira que tranquila ahí, dormidita… en paz – pensé – ¿Cómo me aguantará la Sra. Satanopoulas? ¿Será un ratón de laboratorio? ¿Y si pruebo a inocul…
– ¡Esaaaaaas maaaaaaanos! ¿Es que no ves la hora que es?
– Es que estaba soñando que era un técnico de laboratorio y…
– ¡Qué te calles, hombre! No sé cómo te aguanto…
– Yo sí, en el próximo post te lo cuento.
Buen fin de semana amigos, que la fuerza os acompañe.
Photo Credit: Scott Smith