Un post de noviembre de 2013 o por ahí (¿o será hay? ¿o es ay?).
– Ding, dong.
– Sí… ¿qué quería?
– Buenas tardes, soy el representante en su zona de la Asociación por la Defensa de la Dignidad de la Mesa Camilla…
– ¿Incluye la faldillera?
– Por supuesto.
– ¿Y de brasero?
– Faltaría más.
– Eso está bien, joven, ¿qué se le ofrece?
– Tiene usted una mesa camilla que cojea ¿verdad?
– Sí, pero ya está arreglado, en todo caso yo… esto, yo… yo siempre he tratado dignamente a mi mesa camilla.
– Hasta hoy sí, pero nos consta que eso ya no es así.
– Mire, la mesa cojea y yo la he calzado con un libro… lo normal.
– Sí, pero… ¿con qué libro?
– Con lo primero que pillé, Ambiciones y Reflexiones de Belén Esteban, creo…
– ¡¡Dioooooooooooooooooooooos, qué mal nacido!!, ¡¡qué corazón más negro!!, ¡¡cuánta crueldad!!, ¡¡pobre mesa camilla!!
– Pero, yo…
– Nos veremos en los tribunales, esto no quedará así… ¡¡¡hijodeputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!
Buena semana y que la fuerza os acompañe.
Photo credit: Kalexanderson