Perdidos en el pelotón,
salvados a contrarreloj,
en brazos del sofá, van
nadando en contrapedal,
hundidos en la general,
pero a flote.
Tour de Francia. Vetusta Morla
Hola, amigos, ¡qué jodida es la crisis!… ¿qué fue primero el sillín o la bicicleta? Habrá a quien le parezca una pregunta sin trascendencia, pero a mí no me lo parece… no no me parece lo mismo que el orden fuese uno u otro.
Imaginemos a un tipo que coge dos ruedas, dos pedales, unos hierros que suelda, inventa una forma de transmitir el movimiento de nuestras piernas a la rueda trasera a través de una cadena y dos ruedas dentadas… la prueba durante un tiempo y finalmente descubre que tiene el ojete como la bandera de Japón, da vueltas al tema y encuentra la solución poniendo un sillín para evitar clavarse una barra en el orto… ese tío es un genio que además aprende de sus errores y los corrige.
Imaginemos ahora un tipo que coge una barra de hierro e inventa una especie de asiento superincómodo, se sienta en él una vez conseguido un precario equilibrio y claro, descubre que además de incómodo no se mueve, algo falla… después de un tiempo empieza a darle vueltas y le toca inventar la bicicleta para dar uso a su absurdo invento… ese tío puede parecer un genio, pero es gilipollas… ¿a quién se le ocurre inventarse un asiento incómodo con un cacho de hierro? Para eso está IKEA… al lío.
Hay un sector de la humanidad al que, como muchos sabéis, yo denomino los tocapollistas, gente a lo que todo parece mal, todo le molesta, nada esta completamente a su gusto nunca y si lo está… no lo dice. Un tocapollista de manual es Lope Julentegui, un antiguo futbolista con cara de borracho que después de abandonar el fútbol es un poquito borracho, una miaja nada más, una miaja grande, pero una miaja al fin y al cabo. El otro día estaba con el Villegas y conmigo tomando unos solysombras en el Nuberu y de repente suelta:
– Putos ciclistas, deberían de prohibir las bicis en la ciudad.
– …
– Y obligarles a sacarse un carné especial para vehículos peligrosos, llevar casco de moto, un mono de motorista, matrícula, tener seguro, pagar impuesto de circulación y sacar tique de la hora.
– ¿Y una estrella amarilla cosida en la manga aunque no vayan en bici en ese momento? – dice Villegas por tocar un poco los huevos.
– También… y pintar otra estrella en la puerta de sus casas y donde guarden la bici…
– ¿No será mucho?
– No, es poco, deberían llevar unas banderas de dos metros para verles desde lejos y unas lámparas de 3000 w encendidas de día y de noche. Y llevar ruedines que son muy inestables.
– ¿Y una moto delante y detrás para evitar despistes? – apunta Villegas.
– También… No, mejor una furgoneta 100 metros delante poniendo conos para remarcar el carril bici y otra 100 metros por detrás quitándolos. Y una UVI móvil detrás. Y pagar más impuestos, un recargo en la seguridad social, no poder jubilarse hasta los 80 años y un tipo especial de IVA a las bicis… el 46%, y me parece poco – continúa el puto Lope.
– Y que tengan que ir a misa diaria para pedir por su alma – añado yo, la cosa se ponía interesante.
– Por supuesto, e invitar a una ronda a todos los parroquianos cada vez que entran en el bar… por las molestias que causan. Y ellos solo beber agua o refrescos sin burbujas…
– ¿Oye, Lope, ese coche en doble fila es tuyo? – pregunta Juanjo, propietario y barista de ese templo de la hostelería que es el Nuberu.
– Sí.
– Pues a los que estorba para salir llevan media hora pitando, se deben querer ir.
– Que se jodan, qué prisas son esas… ¡la velocidad mata!… piano, piano… veeeeenga, me acabo el solysombra y ya tiro para casa.
– ¿En coche? Tío llevas por lo menos siete solysombras.
– Ya… y cuatro cervezas y dos canutos que me he fumao con el Tiriti jugando al FIFA en su casa antes de venir… pero yo controlo.
Buen fin de semana, amigos. Que la Fuerza os acompañe.
Photo credit: clement127