Microrelatopoulas de caminos extraños, peces fiesteros, arrieros locos y partos inminentes.
María José y José María estaban cansados, el camino se hacía largo, tantas cosas extrañas a su alrededor les tenían desconcertados…
¿A quién en su sano juicio no le iban a desconcertar cosas como aquellas?
Un grupo de peces cargados con bolsas del Lidl llenas de lo que parecían ser bricks de vino y botellas de dos litros de refresco de cola hablando del botellón que harían esa noche en el río.
Una mula cargada de tabletas de chocolate y al arriero remendándose, remendándose, echándose y quitándose remiendos de manera reiterada.
Y lo más extraño de todo, habían visto por el camino a Raphael con un humilde zurrón y sólo un roto tambor…
Cuando ella se dio cuenta que el parto estaba próximo:
– José María, deberíamos parar aquí, creo que te has vuelto a perder…
-¿Ha llegado el momento María José?
– Casi, además me apetece peinarme los cabellos de oro en algún sitio incómodo y en ese establo frente al río parece que hay dobles cortinas. Espero que con las prisas de coger la canastilla no hayas olvidado mi peine de plata fina…
Llamaron a la puerta de la casa que había junto al establo, salió un tipo que después de escucharles les preguntó, no sin cierta brusquedad:
– ¿Y porqué debería yo ayudaros?, ¿no «sus» conozco de nada?
– Tú has de ayudarnos porque este niño va a ser la hostia…
-¿Y?
– Y el copón…
– Siendo así, adelante, aquí se encontrará como dios.
Buena semana y que la fuerza os acompañe.
Imagen por: andreaparaggio
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