13 argumentos del tocapollismo navideño de salón… y de cuarto de estar (y II).

Déjame, ya no tiene sentido,
es mejor que sigas tu camino,
que yo el mío seguiré,
por eso ahora déjame.
Déjame, Los Secretos.

En capítulos anteriores hemos hablado del tocapollismo laico-religioso y del odio a la Navidad, el del reciclaje y el consumismo, el de Papá Noel, los Reyes Magos, el Olentzero y el Duende Colorado; el de lo que no puede faltar en una cena navideña del que se comía unos huevos fritos con chorizo y patatas fritas y se iba a la cama. Continuemos con nuestras tocapolladas navideñas:

7. El tocapollismo de los petardos.

Ahora resulta que a los que tienen perros les molestan los petardos, pues claro que molestan, ¡cagüenros!, claro que molestan, toda la razón… ¿y si no quieren que les tiremos para qué los venden? Yo te lo voy a decir, tirapetardos de mis cojones, los venden para que cojas el más gordo, lo envuelvas en mucho papel Albal bien apretadito con precaución de dejar fuera la mecha, para que te lo metas en el ano (ayudado por vaselina si es necesario, pero con cuidado de que esta no humedezca la mecha), prendas la mecha, te reviente el ojal y los pequeños fragmentos de papel de aluminio te produzcan indescriptibles daños internos…

8. El tocapollismo pseudofeminista y el macromachismo

La tía que critica a los tíos porque no se levantan a recoger la mesa pero ella no ha movido un puto dedo desde que llegó a la familia… allá por los años 60… yo personalmente me levanto porque no se levante ella y toque los platos… lleva tanto tiempo tocándose el coño a dos manos que no sé que tipo de transferencias puede hacer a la vajilla. Luego están los pollos que no te dejan levantarte… “eso es cosa de tías, no me jodas… ¿no serás de esos que ayuda en casa?” vete a tomar por culo, cabronazo, me levanto a recoger la mesa porque se me van a romper los huevos si oigo un minuto más tus capulladas de tu equipo de fútbol, tu partido político y “mis amigos de Podemos” porque sí, como no te caigo bien, has decidido que soy amigo de “el tío de la coleta”.

9. El tocapollismo de esto es música y no lo que se escuchaba antes…

Me niego, te gustará más o menos, cierto que Pablo Alborán, Emilio Aragón, Zapato Veloz, Los Manolos o Siempre Así, cada uno a su manera y en su momento, han hecho mucho daño… pero la música del los últimos treinta años es tan música como la de antes… ¿incluido el reggaeton? Incluido, porque el reggaeton no es música (no es mío, lo he aprendido en la hunibersidad de la bida… en la misma que el tocapollas auténtico ha aprendido casi todo). ¿Que si no escuchas el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena para ti es como que no ha empezado el año? Vete a tomar por culo… El verdadero principio del año era ver todo resacoso el Concurso de Saltos de los Cuatro Trampolines desde Garmisch-Partenkirchen y desde que te ha dado por la puta música clásica, ni eso podemos hacer en condiciones.

10. El tocapollismo de los villancicos.

Que es la música tradicional, que hay que cantarlos, que si no los cantas es como si no hubiese Navidad… que los peces, que las cortinas, que las burras, que tuquituquituquituquituquituquituquitá… que eres muy pesado, que te iba a decir algo, pero pensándolo mejor dame villancicos que ese rato no estamos tocando la polla y si me toca la botella de anís, entre rascada y rascada, le meto un viaje y la cosa se suaviza.

11. El tocapollismo de te has quedado con hambre.

Mamá, nadie se ha quedado con hambre, sí, los langostinos eran suficientes (para alimentar al edificio), había jamón de sobra (para merendar durante todo el invierno todo el barrio), no te has quedado corta de lechazo (a no ser que viniesen los All Blacks a cenar y estén tardando en llegar), no no me como ese cisne de mazapán porque si me pudiese meter eso en la boca, me habría metido los dedos para vomitar y probar el solomillo, los carabineros, el salmón ahumado, el cochinillo, el capón, la pularda y esos bichos que tú dices que son nécoras pero ha habido que abrir las puertas del balcón y han salido a echarse un cigarro… ah, que las nécoras son lo que tienen en el plato, ¿qué feas han sido las cabronas de las primas siempre? ¿qué edad tienen, mamá? ¿tan pequeñas y fuman?

12. El tocapollismo de los productos catalanes, vascos o turcochipriotas.

Tu boicoteas los productos catalanes, los vascos, esos mazapanes porque el dueño de la fábrica fue a ver la película de Trueba, los canapés de cangrejo ruso por la actuación de Putin en Crimea, hoy no comes lechazo porque te ha dicho mi madre que es del pueblo de uno que se calzó a tu mujer cuando ni la conocías, el pan porque es de León y no te caen bien los leonese, el vino porque es de Rioja y tú sólo bebes de la Ribera, Rueda o Cigales, la cerveza porque una vez la anunció el equipo del que ahora es entrenador lel Murcia que en la copa del 76 os elimino en cuartos por penaltis… vete a tomar por culo.

13. El tocapollismo de ahora los niños lo tienen todo.

«A mí me regalaban una caja de zapatos con un cordel y era feliz». Tanto que echas de menos la infancia, recuerda que en aquella época cuando tocabas los huevos en la mesa, la mitad de la quinta parte que los toca ahora, te daban cuarto y mitad de unas hostias que se te caían los mocos de manera que no sabías si eran mocos o los sesos que se habían licuado… ¡copón!

No voy a hablar de tocapollismo político, tocapollismo futbolero ni tocapollismo de amigos invisibles, porque esos merecen su post aparte. Y que conste que a mí me gusta la Navidad, no soy creyente, reciclo, consumo a saco, soy de Reyes Magos, en Nochebuena no pueden faltar los langostinos, de pequeño tiraba petardos, hago lo posible por no levantarme (mucho) de la mesa, la Marcha Radesky desde Viena me la pone todo gorda, los villancicos me gustan ni mucho ni poco pero los canto con mis hijos a grito pelado si ellos quieren, mis primas son guapísimas y no fuman, si está bien cocinado me como a un catalán por una pata y no fui a ver la película de Trueba porque no me salió del nabo, los niños de ahora lo tienen todo y les falta una hostia que se les salten los mocos y la culpa la tenemos los mismos padres que nos quejamos de ello y los mismos abuelos que nos lo echan en cara a esos padres.

Feliz Navidad (aunque sea casi Nochevieja) y Feliz Año Nuevo, amigos. Que la Fuerza os acompañe siempre.

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