¡Mira qué bar tan bonito!
¡Podemos emborracharnos!
Estaba lleno de amigos
y empezaron a invitarnos.
Cerca del suelo. Extremoduro.
En estos días cumple veinte años El Nuberu, el bar de mi amigo Juanjo, el bar de mis amigos, mi bar, EL bar… el lugar donde he pasado algunos de los momentos más divertidos de mi vida, siempre rodeado de amigos y amigas, con la complicidad unas veces y la infinita paciencia muchas otras de la Sra. Satanopoulas.
Porque yo he visto (y vivido) cosas en el Nuberu que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión con el Heno de Pravia del baño… He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de los servicios sin saber si eran luna o sol… Todos esos momentos se perderán en el tiempo (pero antes…¿churro o tortilla?)… como lágrimas en la lluvia (haciendo una flor o un corazón en los charcos con la crema… que no es espuma, ignorantes, es crema)… aunque prefiero pensar en otro tópico cinematográfico ponerme el sombrero, la gabardina, el traje gris y la corbata oscura y decirle a una bellísima Ingrid Bergman con cara de Juanjo (os recuerdo que he visto cosas que vosotros no creeríais): Siempre tendremos El Nuberu.
– El Nuberu: ese barecito del café cojonudo en Rosario Pereda.
– Ahora la calle se llama Concha Velasco (te dirá el típico listo).
– Pues eso,… yeeeee, yeeeeeeeeeeeeee….
– Aquí no se puede cantar… (que nos decía Juanjo hace años cuando la tarde-noche se torcía).
– Ya me callo, bonita… (que le decía una vieja cuando Juanjo lucía su larga cabellera rizada al viento).
Se os quiere, familia… que la Fuerza os acompañe siempre y en todo lugar… no aflojéis y no cambiéis.
Photo Credit: Kristina Alexanderson
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