Hagas lo que hagas ponte bragas.

Y sucede que se me ha alegrado el día ¡coño!
al ver al sol secándose, en tu ventana: tus bragas.

Extremoduro

Hola amigos, ¡qué jodida es la crisis!… y la falta de criterio también, yo me he afeitado y me veo gordo, pero mi madre me ve siempre muy flaco, sin embargo piensa que la ropa me queda pequeña y todas las camisetas me tiran de la sisa… y el otro día la típica lista que se cree moderna porque lee cuatro chorradas en redes sociales me dijo que yo era un fofisano ¿sabéis lo que la dije yo?

– ¿Un qué?

– Un fosisano.

– Pues agárramela con la mano, moderna de mis cojones.

Es una chorrada, lo sé, pero soy simple y estas rimas hay que aprovecharlas

El otro día me dice mi madre que mi camiseta favorita se me estaba quedando pequeña, que me tiraba de la sisa. Oooooh, qué bonita expresión tirar de la sisa.

– Joder, mamá, me encanta cuando usas expresiones viejunas… tirar de la sisa…

– Tirar de la sisa no es una expresión viejuna, yo la uso mucho.

– Pues eso…

Al lío.

Da igual la edad que tengas que tu madre te dirá que estás muy flaco, que si has cenado, que si te has quedado con hambre y que te fríe un huevo, que si esa camiseta te tira de la sisa y que te lleves una rebequita por si refresca, que si llevas dinero y el DNI, que no corras, que qué horas son estas, que tu nunca bebes que son tus amigos que te han echado algo en el Fanta y que el hijo de la vecina es un chaval muy majo que tiene un trabajo estupendo y una novia muy limpia y muy formal… que ya podías aprender tú de él.

¡¡Y hagas lo que hagas ponte bragas!! – habla el Aitor, que de vez en cuando pasa por casa y se bebe media caja de botellines con mi madre.

– Yo eso nunca se lo he dicho a mi Alfonsas.

– A mí mi madre siempre… y de aquellos polvos vinieron estos lodos…

Y contó a mi madre esta apasionante e inquietante historia.

– Fue en un pueblo con mar una noche después de un concierto, de Camela y Arrebato creo recordar, llevábamos la Yaiza y yo más de 72 horas sin dormir y nos fuimos al único bar que vimos abierto, nos pedimos una ración de bravas y a mí me entraron los siete males, yo ni bebo ni me drogo, créame, fue todo culpa de las bravas, o de que la noche anterior fuimos a un chino, o de que en una rave que estuvimos nos echaron algo en nuestros fantas, no sé, pero yo me puse tan malo que la Yaiza me tuvo que llevar a Urgencias… me iba como Ricky Martinpor arriba, por abajo, calentito y bien pegado (a la taza del váter).

Una vez en Urgencias entro al baño de la sala de espera y me doy cuenta del deplorable estado de mis gayumbos, después de tres días de farra, se puede imaginar, allí había restos biológicos como para hacer cuatro temporadas de CSI, tres documentales de National Geographic y abrir un Wok Oriental¿Cómo iba a entrar yo así al médico? Me arranqué los gayumbos, los tiré a la papelera (sé que eso va a lo orgánico, pero en los cuartos de baño de urgencias no hacen recogida selectiva) y me salí en plan comando a buscar a la Yaiza.

Como la Yaiza lleva de todo en el bolso, la pedí que me dejase algo para ponerme, empezó a buscar y al final además del perro de su hermana, una nevera de picnic, dos toallas, una manta, la sombrilla, una botella de Castellana, una bandurria, un tuno bueno y otro muerto, la discografía completa del Arrebato, un disfraz de Pantera Rosa, una peluca de Maradona, un esquí, dos bolas de petanca, un queso, un cuchillo jamonero, un Phoskito, un libro de Paulo Coelho, un Frigopie a medio comer, un pintalabios, dos pintauñas, tres pintas de Guinness, un condón sabor sardinas con queso, dos sobres de mostaza Prima, el catálogo de Ikea, el vibrador, un tampax y el cargador del móvil de la vecina… ¡Cari, sólo tengo este tanga de leopardo!

Ahí resonó en mi cabeza la frase de mi madre: Hijo, hagas lo que hagas, ponte bragas… y me fui al baño a ponerme el tanga… aquello no tapaba nada, pero cumplía una labor psicológica fundamental… la siguiente vez que fui al baño, como aquello enseñaba más que sugería, al subirme la bragueta me pille el prepucio de lleno, empecé a tirar y a sangrar como un verraco, al ver sangre me mareé, caí hacia atrás y del golpe con la puerta, reboté contra la taza del váter… esguince cervical, traumatismo craneoencefálico, 72 puntos de sutura y mi orgullo por los suelos porque la Yaiza se hizo un selfie conmigo medio muerto y en tanga de leopardo y la subió a Instagram y Twitter.

– ¿72 puntos en la cabeza.?

– No dos en la ceja y 70 en el prepucio.

– Dios mío, qué disgusto, y tu madre que dijo…

– Que estaba muy flaco, que si había cenado, que si me había quedado con hambre me freía un huevo, que la bata del hospital me tiraba de la sisa, que me traía una rebequita por si refrescaba que el aire acondicionado de los hospitales es muy traicionero, que si llevaba dinero y el DNI, que no corriese, que qué horas eran esas, que yo nunca bebía que eran mis amigos que me echaban cosas en el Fanta y que mi amigo Alfonsas es muy majo que tiene un trabajo estupendo y una mujer muy limpia y muy formal… que ya podía aprender yo de él. Pero que desde ahora, haga lo que haga, me olvide de ponerme bragas.

Buen fin de semana, amigos. Que la fuerza os acompañe.

Photo credit: Robert McGoldrick

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