Esta mañana salí a caminar,
no me creía lo que veía,
cien mil millones de botellas
arrastradas por la corriente hasta la orilla…
parece que no estoy solo en esto de estar solo.
Message in a bottle – The Police
Hola amigos, ¡qué jodida es la crisis!… no tiene nada que ver, pero hoy me he acordado de cuando, antes de ser donante “profesional”, paseaba con mis cachorros y alguna amiga-conocida-vetetúasaberqué nos decía a la Sra. Satanopoulas y a mí: Hay que ver qué guapos, qué ricos, qué bien hacéis los niños. Y yo contestaba: Si quieres te hago uno… La Sra. Satanopoulas no esperaba ni la respuesta, me cogía del brazo apretando mucho y con cara de perro (guapo, pero perro) me sacaba de allí.
Después de varios episodios similares, y de una semana de dormir en el sofá y de caras más largas que Jim Carrey en La Máscara, la Sra. Satanopoulas se acerca y me dice:
– Que sea la última vez que me dejas en evidenc…
– Pero si no lo iba a hacer gratis.
– …
– Mujer, que era para sacar un sobresueldo, hacer un servicio a la comunidad, que iba a ser un metesaca rápido, sin besos y con los mínimos preliminares, que…
– ¡La última vez!
Ese mediodía mientras me comía un yogur mirando fijamente la etiqueta lo vi claro. Esa misma tarde fui a hacer unas gestiones y conseguí la solución a nuestro problema, a la Sra. Satanopoulas no acababa de convencerle pero cada vez que se reproducía lo del hay que ver qué guapos, qué ricos, qué bien hacéis los niños nosotros dos, en perfecta sincronía, mostrábamos nuestras camisetas idénticas con la leyenda Nosotros no fabricamos para otras marcas… mano de santo… Al lío.
El tema de la paternidad (o maternidad) es complicado, quizá hayáis oído hablar de la historia de Kimi Taponnen. Kimi, un marino mercante finlandés, excepcional dibujante y pintor, albino, enamoradizo, pichabrava, con un enfermizo miedo al compromiso y pelín borrachuzo; enrolado en el Virgen de la Patarrastra, carguero de bandera panameña desaparecido en el Océano Índico cuando se dirigía a Australia con un cargamento de vodka Absolut, material escolar y muebles de Ikea.
En 2007, un año después de la desaparición del Virgen de la Patarrastra y dados por muertos sus tripulantes, empezaron a aparecer en diferentes playas del mundo botellas de Absolut que contenían un magnifico retrato de una bella mujer (todos diferentes) en la misma playa paradisíaca, una carta manuscrita (dirigida a diferentes mujeres, que resultaron ser las retratadas) y una bolsita de las de autocierre con una sustancia blancuzca y reseca en su interior (más adelante se pudo comprobar que eran bolsitas de las que contienen los tornillos de los muebles de Ikea con semen del propio Kimi).
Las cartas eran todas muy parecidas a esta:
Si por un capricho del destino has encontrado esta botella, tendrás la oportunidad de cumplir la última voluntad de un pobre naúfrago, solo y sin esperanza. Por favor, haz llegar la botella a Rigoberta Mostaza (por ejemplo), del control de pasaportes (las ocupaciones eran variadísimas) del puerto de Pacasmayo en Perú (parecía que no había puerto del mundo que no tuviese una destinataria) y que proceda con el contenido de esta bolsa como estime conveniente para tener la descendencia que yo, en mi monumental torpeza, no quise darle en vida.
Desde algún lugar del Índico. Siempre suyo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo:
Kimi Taponnen.
La historia de Fecundón Crusoe, como dio en ser llamado, se hizo viral, un grupo de frikis organizó un crowdfunding y desarrollaron un software que, tomando como referencia el último lugar en que se tuvo comunicación con el Virgen de la Patarrastra, la posición del sol, las estrellas y las mareas en los diferentes retratos de las mujeres y las corrientes marinas; dio con la localización exacta de Kimi y pudiendo organizar una expedición de rescate.
Cuando llegaron a la isla descubrieron que de alguna manera hasta una de sus playas habían llegado un buen número de contenedores de los que transportaba el barco, a poca distancia en un saliente de unas rocas Kimi se había construido un sólido refugio, el silencio era sepulcral… cuando entraron en el refugio la escena era difícil de describir, por un lado cajas vacías de vodka, más allá una mesa Stornäs con lapices, cuadernos, pinturas e infinidad de retratos de mujer a medio dibujar, por todo el suelo tornillería y llaves allen de las de los muebles de Ikea y algunas bolsas de autocierre desperdigadas por el suelo. Al fondo una cama Oppland, con funda nórdica Sötblomster y unos cojines Skogn, sobre la cual se encontraba el cuerpo esquelético de Kimi que en una mano sujetaba una bolsita de autocierre y en la otra su blanquecino miembro erecto.
El equipo de rescate temió haber llegado demasiado tarde hasta que una voz de ultratumba procedente de aquella espectral figura dijo:
– Si venís a rescatarme, esperad un momento que estoy preparando un envío. Podéis ir tomando algo… en aquella vitrina Regissör hay vodka y leche.
– Mejor vodka – contestó todo el equipo de rescate al unísono.
– Lo imaginaba, pero que sepáis que la leche es de coco… que por mucho que me vayáis a salvar la vida no se hizo la miel para la boca del asno.
CONTINUARÁ… (O NO)
Buen fin de semana, amigos. Que la fuerza os acompañe.
Photo credit: Kristina Alexanderson