Mira como bailan, sandalia aquí, sandalia allá,
soy un hombre nuevo, un renacido, un gran Jedai.
Me siento tan “ah, ah, ah”
es como un gran “ah, ah, ah”
Me caen las babas de felicidad,
he oído que Shiwa te quiere iniciar (esta noche)
Shiwa. Love of lesbian.
Hola, amigos, ¡qué jodida es la crisis!… es tan jodida que no nos podemos parar a pensar en las cosas importantes de la vida… ¿a qué saben los chicles de sandía y de plátano? No nos engañemos, saben a cualquier cosa menos a sandia y a plátano… llevamos así desde finales de los 70 (por lo menos) y no hay manera… si a ti te dan una sandia que sabe como un chicle de sandia denuncias al frutero hasta en el tribunal de La Haya… si hubiesen dicho que eran sabor a culo de ala-pivot lituano semifinalista olímpico y a sobaco de aizkolari del Iparralde se habrían vendido menos, sí, pero ¿no hubiese sido más honesto? ¿no nos habríamos librado de vivir inmersos en otra mentira?
¿Y qué me decís del sabor de los tomates de antes? Todo el mundo dice lo de que los tomates ya no saben como los de antes, que no saben a nada, que su cuñado tiene un huerto en el pueblo y cultiva tomates que saben… pero no saben bien o mal… saben como los de antes… ¿a qué cojones sabían los tomates antes?… al lío.
Mi amiga Lluvia Lebrel cultiva tomates, que saben como los de antes, en las macetas de su balcón, ella es una mujer concienciada de la vida, tiene dos gemelos a los que sigue amamantado aunque están a punto de cumplir 16 años porque en los casetes de su gurú (Lluvia no utiliza compact disc porque leyó en revista Todochacras, o en el Nosoloaura, que el láser de los compacts descompensa los chacras y te pone el aura de color rosa palo, que no puede ser bueno porque rima con malo) ha escuchado que hasta que no salen todos los dientes la mejor aportación de calcio que puede recibir un hijo es la leche materna… y a sus hijos no les ha salido aún las muelas del juicio.
Hace algo más de un año, para sorpresa suya, de Lope y Magenta, los gemelos, y de Manuel Pablo, su pareja, descubrió que venía un tercer retoño… Josué.
A día de hoy el chaval, de escasos tres meses, es un superviviente. Es lo que tiene tener que compartir el pecho de tu madre con dos adolescentes y sus atenciones con un microhuerto con tomates, cebolletas, puerros, calabacines, tres tipos de brócoli, siete especies de zanahorias, plantas aromáticas, un níspero, dos colmenas, porque no hay miel como la casera, con abejas que no estén estresadas, un chirimoyo y tres vides, Lluvia no bebe alcohol, pero destila el hollejo de la uva y utiliza el alcohol para curar las heridas, que el alcohol de las farmacias vete tú a saber que le echan las farmacéuticas (menudos hijos de puta); tres gallinas que tiene en una ventana que da al patio interior y dan huevos que son como los de antes; tres perros que dan mucho por culo a los vecinos; seis gatos; dos conejos y un cerdo vietnamita enano.
Lluvia tiene la teoría de que comer tomate un rato antes de amamantar a sus hijos hace que la leche salga con más fuerza (yo conozco otra teoría de tomates, leche y tal que no viene al caso… pero quizá un día venga), ellos se sacian antes y esos minutos que gana al reloj los puede invertir en regar su microhuerto… y la plantación de marihuana que tiene en el ático… Lluvia la cultiva para uso terapéutico, ¿se lo ha prescrito un médico?, no, pero en este país habéis sido siempre de automedicaros.
El miércoles visité a Lluvia y a Manuel Pablo, observaba extasiado el maravilloso espectáculo, a una pequeña criatura recibir vida en estado líquido directamente del pecho de su madre mientras emite unos gorgoritos que son gloria bendita, un acto de suprema generosidad y amor infinito que… (¡vale coño! sí soy yo… el uso terapeútico de determinadas sustancias es lo que tiene)… y escucho la voz de Manuel Pablo:
– Mírale al jodío, es más listo que un conejo… si es que los terceros nacen sabiendo…
– ¿Ein?
– No lo ves ¿no?
– ¿Lo qué?
– Diooooooos, poca vida y menos mili… ¿no ves sus dedos regordetes golpear rítmicamente la teta de la Lluvia?
Y sí, allí estaba el pequeño Josué con su dedos pequeños y regordetes, su pendientin, su coletilla y sus uñas del meñique y el pulgar largas… porque Lluvia ha visto en los posos de la infusión de maría que desayuna (cuatro veces al día) que Josué será cantautor y aunque sea pronto para enseñar a su hijo a tocar la guitarra, no lo es para que vaya cogiendo maneras… en fin, allí estaba Josué golpeando rítmicamente la teta de su madre.
– Sí, lo veo… ¿y qué?
– Pues que el muy cabrón ha aprendido Morse para decir, “Mamá, esto son tomates, que saben a tomate, saben como los de antes… que se nota que no les echas químicos y mierdas de esas”.
Buen fin de semana, amigos. Que la fuerza os acompañe.
Photo credit: W_Minshull