Y hablas para no oírme y bebes para no verme
yo callo y rio y bebo, no doy tregua ni consuelo
y no es por maldad lo juro, es que me divierte el juego.
Maldita dulzura. Vetusta Morla.
Hola, amigos, ¡qué jodida es la crisis!… pero ¿cualquier tiempo pasado fue mejor?… no siempre, porque el pretérito imperfecto tiene que ser peor que el futuro perfecto, aunque el pretérito pluscuamperfecto siempre será mejor que el futuro imperfecto de subjuntivo… digo yo.
Yo soy un firme convencido de que todo es susceptible de empeorar, no sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero que todo tiene tendencia a convertirse en una puta mierda sí lo sé… al lío.
Alguna vez os he hablado del padre de Ángel Luís, un amiguito de mi hijo Joserra, un tío que de todo sabe y nada ignora, de todo da su opinión y en nada se equivoca, de los que si tienes algo igual que él, prefiere reconocer que es una puta mierda, con tal de que lo tuyo no sea bueno (o medianamente aceptable).
El otro día íbamos la Sra. Satanopoulas y yo por el Paseo de Zorrilla y nos encontramos con el padre de Ángel Luis y su madre, no la abuela de Ángel Luis sino la Sra. del padre de Ángel Luis). Como nuestras respectivas santas esposas se llevan bastante bien, proponen ir a tomar algo… y cometo la torpeza de decir:
– Podemos picar algo en La Taurina, los mejores torreznos de Valladolid, un poco de oreja…
– A ese tugurio ni de coña, soy vegano…
– Ya habrá algo que puedas comer…
– Es que yo a un sitio donde hacen apología de la mal llamada Fiesta Nacional, no entro, yo soy antiespecista.
– ¿Pero estás en contra de alguna especia en concreto o contra todas?… yo soy algo antiespecista con el comino, pero muy especista con la pimienta y todo lo que pica.
– Jodeeeeer, a ver, el tema es que estoy en contra de la discriminación en función de la especie animal a la que pertenezcamos… abogo por la igualdad de animales humanos y no humanos.
– Sí señor – contesto yo, como ferviente admirador de la gente de profundas convicciones… aunque a mí me la traigan al pairo la profundidad y las convicciones – ¡ole tus huevos toreros!
– Psssssssse, a los toreros ni mentarlos.
– Perdón, qué burro soy.
– Eeeeeeh, ¿qué pasa con los burros? ¿no han sufrido suficiente estos équidos durante sus interminables siglos de esclavitud? A ver si dejamos de lado este lenguaje especista tan discriminatorio y mezquino.
– Ups… claro, claro… las cosas empiezan por los detalles pequeños… a veces parece que tengo menos cerebro que una mosca.
– Un respeto para las moscas, no empecemos a tocar los cojones con los dípteros.
– Hostias… no doy una, tengo la cabeza a pájaros.
– Cagüeeeeeeeeeeeeeenrós… al reino de la aves ni lo toques que no se lo que te hago…
Claro, ante tal tesitura, cuando dejé de meter la gamba (perdón, padre de Ángel Luis si estás leyendo esto, siento un gran respeto por los crustáceos, especialmente por los decápodos) y este hijodeperra (oooooh, perdón de nuevo) dejó de acosarme, descartamos La Taurina y nos fuimos a una Tegaza de Vegano (perdón todos, no he podido evitarlo).
– ¿Qué va a ser?
– Yo me voy a tomar una tónica – dije, pues se prolonga mi periodo de abstinencia obligada.
– Una tónica, dice… madre mía… pues no está malo eso… si para poderse tomarla tuvieron que inventar el gin tonic, que no sé si sabéis que la ginebra es un invento holandés y no inglés como todo el mundo piensa… (y bla, bla, bla).
– Da igual, da igual… que sea un Bitter Kas.
– ¡Vamos no me jodas, un Bitter Kas! Si eso no se lo beben ni los cerdos… eso es una bebida de frikis que…
– ¡Ya está, cojones! Una Coca Cola.
– ¡Una Coca Cola! Ahora sí que no me jodas… tú lo que quieres es matarte a azúcar, el veneno blanco para el control de las masas… ¿acaso no sabes que beberse un litro de Coca Cola equivale comerse 27 cucharadas de azúcar, así del tirón?
– ¿Y tú no sabes comerme la polla equivale a comerse cuarto y mitad de lomo ibérico sin pan ni nada, caranabo?
– ¡Alfonsas, no te pases! – me dice la Sra. Satanopoulas.
– Me ponéis de los nervios, joder… está bien… cuarto y mitad no, pero 100 gramos sí… carapolla.
– Alfonsas tranquilo, que tampoco es para tanto.
– Vale… no es para tanto, lo reconozco… comerme la polla equivale a comerse 100 gramos de choped.
– Alfonsas… ¡ya!- me dice entre dientes y visiblemente enfadada la Sra. Satanopoulas.
En estas se levanta el padre de Ángel Luis, se me acerca, me agarra el paquete, palpa como sopesando lo que se trae ente manos y mirándome a los ojos me dice:
– Vamos a dejarlo en 50 gramos de choped.
– Venga… 50 gramos de choped… pero del bueno… y tú olvidaté que eres vegano.
Photo credit: Robert McGoldrick.