Nueve semanas y… mierda.

Hago pájaros de barro.
Hago pájaros de barro y los echo a volar.

Pajaros de barro. Manolo García.

Hola, amigos, ¡qué jodida es la crisis!… es tan jodida que no nos paramos a pensar en las cosas importantes de la vida, por ejemplo: el otro día fui a hacerme unos analisis de sangre, un viejo al lado mío llevaba agarradita de la mano una bolsa plástico que goteaba abundantemente, formando un pequeño charco a sus pies, posteriormente descubrí que lo que llevaba en la bolsa era un bote para un analisis de orina… ¿sería correcto mi diagnóstico si dijese que sufría perdidas de orina? ¿podría haberle ayudado Concha Velasco? ¿no hubiese debido llevar el bote envuelto en Tena Lady en vez de en una bolsa de plástico que luego se volvió a meter en el bolsillo?

En los temas médicos todo el mundo tiene una opinión, un consejo o una anécdota para reconfortar al paciente, sea cual sea la dolencia, diagnóstico, tratamiento o prueba médica que sufras o a la que te tengas que someter… lo digo por experiencia propia… al lío.

Hace unos días me dijeron que tenía que someterme a una colonoscopia y una gastroscopia, ¿por qué? Qué más da… la peña automaticamente te dice Bah, no te preocupes, ahora te duermen. A mí se me queda cara de poker… ¿Qué me quieren decir con eso? ¿Es mejor que te duerman?… lo dudo, al menos si estás despierto puedes ver en que orden te lo hacen… en estos casos yo creo que el orden de los factores sí puede alterar el producto… no es lo mismo que cojan el tubo y primero te hagan la gastroscopia y luego la colondoscopia que al revés.

Llega otro informao: Lo peor son los sobres… ¿Qué pollas pasa con los sobres? A mí qué me importan los sobres… cada vez que me dicen lo de los sobres pienso de Maria Dolores y Mariano:

– Me tienen que hacer una colonoshcopia, María Doloresh.

– Lo peor es lo de los sobres, Mariano.

– ¿Tú también, María Doloresh? ¿A eshtash alturash? ¿Y losh EREsh qué?

– Creo que no me has entendido, no pasa nada… Mariano se fuerte.

– Al final me voy a tener que cagar en todosh tush muertosh, María Doloresh.

Y siempre llega la anécdota reconfortante…

Al salir de la consulta del médico y sin estar recuperado del impacto, me encuentro con un excompañero de clase de la Sra. Satanopoulas: Torcuato Himitaz de York.

– Hombreeeeeeee, ¿qué taaal? Qué sólo estás… ¿te ha dejado ya la Sra. Satanopoulas?

– Qué cojones me va a dejar… yo vengo sólo al médico.

– Malo… eso es que no te quiere, algo la harás… si es que nunca has sío hombre pa‘ ella, si es que es mucha hembra pa’ tiiiii.

– Será eso… ya veo que a ti te acompaña el San Bernardo ¿no está prohibido meter perros en los hospitales? ¿por qué lleva cachaba?

– Es mi madre, hijoputa.

– Joder, lo siento…

– ¡Ni lo siento ni pollas! – me empuja violentamente, se me cae el papel del médico… y no me digáis cómo coño lo leyó, pero antes de darme la primera hostia…

– ¡¡No jodas que te tienen que meter un tubo por el culo!! ¿Y te vas a dejar?, a mí no me meten por ahí nada, eso es orificio de salida, ni el bigote de una gamba, jaaaaaaarl mi cerito sexuar no me lo tocan a mí…

Ya sabéis, toda la retahíla de gilipolleces que este tipo de gente ilustrada suele soltar… y entonces empieza a contarme su escalofriante (y nada reconfortante) anécdota.

Torcuato realizó el otoño pasado un viaje al Bierzo, lo que más le gusta del Bierzo son las castañas, de cualquier manera, crudas, asadas, en almibar… como era época de recolección se puso como el Tenazas… conclusión un estreñimiento del quince.

Del quince porque la primera vez que fue al médico fue tras quince días de no obrar, el médico le dijo que así no podía seguir y que le recetaba un laxante por vía rectal que seguro que solucionaba el problema.

– ¡Por vía rectal! Me dice el muy cabrón, ¡ni el bigote de una gamba!, sólo de pensarlo se me cerró el ojete y no había manera, Alfonsas, no había manera… Estuve tanto tiempo sin poder ir al baño que el médico me dio un plazo y me dijo que si salia de cuentas me iba a tener que provocar la deposición.

Cuando se acercaban las nueve semanas, el médico marcó una fecha porque aquello no podía llegar a término… claro riesgo para la integridad física del padre.

– Y al final me la tuvieron que provocar, tuve algunas contracciones previas, pero esporádicas, yo daba largos paseos y la gente me decía que el momento estaba cerca… que se me notaba en la cara, que estaba guapísimo y tenía un brillo especial. El día que me la provocaron, tenía allí hasta una comadrona, el médico me inyectó oxitocina y al rato empecé a tener contracciones, yo en cada apretón aullaba de dolor… ¡joder si me tuvieron que poner hasta la epidural!, a mi mujer la dejaron entrar al final, con la videocámara VHS de las grandes ocasiones y una botella de oxígeno que la prestó Juanito Oiarzabal de una subida al Everest… fue horrible… los médicos, las enfermeras y mi mujer lloraban (yo creía que de la emoción, pero cuando vi que se pasaban la mascarilla del oxígeno me di cuenta que no era por eso) me tuvieron que dar tantos puntos que se encargo una especialista en encaje de bolillos del barrio de Delicias, el más próximo al hospital, y que siempre está de guardia para casos como el mío…

– ¿Y te mereció la pena tanto sufrimiento sólo por no ponerte un enema?

– Pues te voy a decir una cosa, hubo momentos de duda, pero cuando me pusieron esa cosita en mi pecho desnudo y sentí su calor… supe que sí, todo aquel sacrificio había merecido la pena.

Buen fin de semana, amigos. Que la fuerza os acompañe.

Photo credit: Kristina Alexanderson

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