Hay un hombre en España que lo hace todo,
hay un hombre que lo hace todo en España.
Traduce los artículos de Le Monde Diplomatique,
es el que hace los masajes en Masajes a Mil.
Hay un hombre en España – Astrud.
Hola, amigos, qué jodida es la crisis… he recuperado este antiguo post y he hecho una pequeña revisión, en su momento gustó un poco, espero que esta vez os guste otro poco…
¡Qué jodida es la vida! después de cada suceso trágico, atentado, accidente, remontada épica de un equipo de fútbol, atentado, reunión de vecinos… ves, oyes e, incluso, escuchas cosas que te dan que pensar (dentro de lo posible, en mi caso) y te das cuenta de lo jodida que debe de ser la vida de los tertulianos de radio y televisión o de los filósofos de barra de bar (mercadillo o todo a cien)
que pasan de ser expertos forenses y saberlo todo de huesos calcinados de niños de corta edad o expertos psiquiatras forenses a ser megaexpertos en infraestructuras ferroviarias, medidas de seguridad en medios de transporte terrestres y, casualmente, todos han circulado infinidad de veces por aquella remota carretera, incluso puede que notasen que estaba mal peraltada, y todo con tal de sacar un minutillo de gloria en sus correspondientes cadenas o bar de la esquina favorito… en fin.
Pero, ¡qué cojones! todos tenemos ese «amigo» que sabe de todo, y si no sabe se compra cuatro revistas y se lo aprende o se mete en el Ebay y te hace unas comparativas del copombendito y, en casi todos los casos (creo que hay un amigoquedetodosabe en Bielorrusia que no), además de saber de todo, todo lo que tiene es mejor que lo tuyo y es más caro que lo tuyo peeeeeero, curiosidades de la vida, le ha costado mucho menos que a ti… Bueno pues yo ayer me encontré con mi amigoquedetodosabe … al lío.
Este «amigo», me abstengo de nombres para que podáis poner cada uno el del vuestro, es la repolla y no es bielorruso así que ya os adelanto que es del tipo amigoquetodolomejoreslosuyoydetodosabe… os pongo en antecedentes:
Cuando tuve yo (bueno es una forma de hablar, en realidad lo tuvo la Sra. Satanopoulas) a uno de mis cachorros y, con mis cortos recursos, compre una sillita de puta madre, ¿por qué? porque a la Sra. Satanopoulas la salió de los huevarios… y con razón. Bueno pues el «amigo», que por añadidura y, como suele ser habitual (hay documentados dos casos en los que no, pero son del siglo pasado y de islas del archipiélago de las Comoras) esta casado con una tipa del mismo tipo, me petaba la vida en el parque:
– ¡Miiiiira los pijos!, pues vaya silla, ¡pues con lo cara que es!, ¡si lo que se paga es la marca!, ¡como le gusta a la gente aparentar!, las sillitas del Carrefour las fabrica Bugaboo, que me lo ha contado un primo mío que hizo las prácticas en la fabrica y lo único que cambian es la pegatina…
Yo dejé de ir al parque, estaba hasta la punta del ciruelo de la historia, llevaba al niño en brazos cuando sabía que iba a verlos… joder, que casi regalo la silla para poder vivir tranquilo… Pues al poco tiempo se queda ella embarazada… se compran la revista Todocarritosdebebé Deluxe y sabéis que sillita se compran… ¡¡¡Una como la mía!!!
– No, perdona, como la tuya no, esta es una edición limitada de la que solo hay cinco en España, es la única homologada por la NASA para pasear a tu hijo por la Luna y sería capaz de soportar la falta de gravedad en Marte, además tiene una barrita extensible que cuando llevas al niño la puedes girar hacia ti y te va rascando los huevos… , era la única que tenían en El Corte Inglés, tenía un pequeño rayón y me la han dejado al 50%.
– Me lo estaba imaginando…
En cierta época en que mi amigo (esta vez sin comillas) Miguel se empeñó en tenía que leerme el Quijote, hablándome de las excelencias de su lectura y tal. Yo tengo la teoría de que el Quijote completo se lo han leído tres personas: Miguel de Cervantes, Martín de Riquer y el amigoquedetodosabe bielorruso del que os hablé arriba, bueno y ahora cuatro, contando a Miguel… que reconozco que puede que haya más, pero en todos ha habido un no hay huevos previo o un profesor de literatura enfermo que jodió la vida a sus pupilos durante su más tierna e impresionable adolescencia… y yo esos casos no los cuento.
Venga ahora sí, al lío, pues en aquella época me encontré mi “amigo”, el tipo listo, y después de un rato de hablarme de las últimas cosas que se ha comprado, la puta mierda de coche que tengo y lo fea que es mi casa, vamos lo normal. Me acuerdo del Quijote… ¡bendito Quijote! y le digo:
– Oye, tú te habrás leído el Quijote ¿no?
– Tres veces, tengo un incunable escrito en castellano antiguo (sic), lo he leído descargado en pdf desde una página de contenidos porno que tiene pirateada mi cuñao y en la Kindle, que por cierto tengo una que no se vende en Europa pero la he comprado por Ebay a un amigo japonés.
– ¡Jodeeeer! ,¿pero hablas japonés?
– No, nos comunicamos por emoticonos.
– Y no sería mejor en inglés…
– No, he leido en el Nosololenguasconvencionales que se pierden matices de la conversación… y en el Todoamigosnocaucasicos hablan en parecidos términos.
– Bueno, y ¿que te pareció el Quijote? – acerté a decir.
– De puta madre, una pasada, pero igual no es un libro para ti… demasiado denso… lo he leído en Soloamigosquenotienenniputaideadelavida.
– Cuéntame algo del libro, tío… a ver si me motivas… que es un reto personal.
Y aquí procede mi «amigo» a contarme la parte del Quijote que más le gustó:
– Vaya tío, me pones en un compromiso, ¡son tantas las escenas que se han quedado grabadas en la memoria!. Quizá, y por decirte una, la que más me impactó (de hecho estoy pensando en tatuármela en la pantorrilla derecha) es en la que Don Quijote va persiguiendo a Sancho, que va mal herido, por el aspa de un molino y le dice:
– Sancho, podemos poner fin a este conflicto y poner orden en La Mancha.
– ¡No, nunca me uniré a ti!
– bla, bla, bla… Maese Nicolás, el barbero, nunca te dijo qué pasó con tu padre…
– Me dijo lo suficiente… ¡tú lo mataste!
– ¡No! – grita Don Quijote y poniendo un pedazo de voz ronca y profunda le dice – Sancho, yo soy tu padre.
Buen fin de semana, amigos, que la Fuerza os acompañe siempre y en todo lugar.
Photo credit: Robert McGoldrick