Visitas de ultratumba(n) que tumba(n) que pe.

Dime si es verdad
que al fin descansas.
Dime si es verdad,
no oigo tu voz.

Cuéntame que ves
tan lejos,
al otro lado del
espejo.

Ouija. Los Enemigos.

Hola, amigos, ¡qué jodida es la crisis!… y jodidas son las preguntas que te torturan y eres consciente que nunca encontrarás respuesta para ellas, por ejemplo, ¿Morgan Freeman alguna vez cuando sale de la ducha y limpia el espejo empañado se asusta pensando que se le ha aparecido Nelson Mandela? ¿Robert de Niro alguna vez se ha presentado como: Soy Al Pacino no, el otro?… al lío.

Las últimas veces que Manolas Bombosiakis y yo salimos con nuestro viejo amigo Rodrigas Ratofakis, él era presidente de Caja Peloponeso y no nos dejaba pagar nada, todo lo pagaba con una tarjeta de crédito… cuando insistimos en que deberíamos pagar entre todos, él respondió con un enigmático: Vosotros no lo sabéis, pero ya lo estáis haciendo.

Después de una noche muy loca en la que en el primer garito entraron Alfonsas, Rodrigas y Manolas; en el octavo salimos Julio Alberto, Guti y Dani Güiza y del bar del Tanatorio Sur de El Pireo salimos Massiel, Ortega Cano y Diego el Cigala, y tras improvisar algunas escenas de The Walking Dead buscando una churrería abierta, decidimos quedarnos a dormir en casa de la difunta abuela de Manolas – sí, la del felpudo – no queríamos faltar a la una del mediodía al Vermú Solidario en beneficio de la Asociación de Familias con Hijos de Uña de Meñique Larga Congénita (que parece una mal menor, pero si no eres guitarrista, yonki o te gusta especialmente comerte los mocos; sólo sirve para que la gente te señale, te apunte con el dedo, susurre a tus espaldas y, aunque a ti te importe un bledo, es desagradable) y Manolas dijo que no nos preocupásemos… el se metió en la habitación de su abuela y nosotros nos quedamos en la antigua habitación de Manolas… dormir con el presidente de un banco tan aficionado a to’ lo negro no es algo que me ponga, pero yo era consciente de que el espíritu de la abuela de Manolas tenía una (o varias) cuentas pendientes conmigo y dormir en su habitación no entraba en mis planes.

De repente Rodrigas me despierta agitándome violentamente: Alfonsas, despierta, es la vieja que ha vuelto a por nosotros… escucha.

– El Ángel del Señor anunció a María – gritaba una voz de vieja – Y concibió por obra del Espíritu Santo. Dios te salve, María… – decían a coro otras treinta viejas… por lo menos.

– Su puta madre… y se ha traído a las amigas… yo me piro… – dice Rodrigas.

– Tú no te piras de aquí, no podemos dejar sólo a Manolas… su abuela era muy jodida viva, fíjate como será muerta… y con treinta amigas.

– Aquí está la esclava del Señor – decía la difunta abuela – Hágase en mi según tu palabra. Dios te salve, María – chillaban sus amigas.

– Vamos, muévete…

Hacia la habitación de la abuela nos dirigimos los dos, más asustados que Caillou en un concierto de Marilyn Mason, pero con más decisión que Falete en un bufé libre… Por el camino yo cogí el perro de porcelana y una bailarina de Hasapiko que tenía la vieja encima de la tele… nunca se sabe lo que puede venir a buscar un espíritu y esas piezas únicas se había olvidado llevárselas.

La puerta estaba cerrada, pero el maligno aquelarre continuaba torturando a nuestro amigo… o eso pensábamos… abrimos la puerta de un empujón y entramos cual elefante en cacharrería.

– ¡¡Ya estamos aquí Manolas!! ¡¡Viejas de los cojones, dejad a nuestro amigo!! Hijaputa, coge tu perro y tu bailarina y vuelve a donde pollas estés.

La escena que nos encontramos era dantesca… Manolas en pelotas, medio pinocho y semiincorporado en la cama, aún medio dormido nos mirába con cara de horror mientras apoyaba su mano en el corazón y respiraba con dificultad, no había nadie más en la habitación y en la radio despertador el coro de viejas continuaba:

– El Verbo se hizo carne… Y vivió entre nosotros… Dios te salve, María…

– ¿Pero que coño os pasa? ¿Estáis locos? Casi me da un infarto.

– Tu abuela y sus amigas, han venido para llevarte… no las oyes.

– Qué coño, ya son las doce… si es que puse el radio despertador de mi abuela para llegar al vermú y no lo he oído.

– ¿Entonces tu abuela está dentro del maligno aparato – dice Rodrigas.

– ¿Qué abuela? Es la radio y en esta parte de la casa sólo se sintoniza Radio María.

– Qué coño Radio María… si esa es una emisora española y estamos en El Pireo.

– Y… ¿dónde coño no se sintoniza Radio María, amigo?

(Continuará… casi seguro).

Buen fin de semana, amigos. Que la Fuerza os acompañe siempre.

Photo credit: d.loop

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